ENTREVISTAS

en el Boletín Puente Atlántico

El Boletín Puente Atlántico tiene generalmente una sección dedicada a entrevistar a afiliados de ALDEEU. Aquí se ofrecen algunas de esas entrevistas. Si alguno de los entrevistados no incluidos quisiera que se publicara aquí su entrevista, contacte con nosotros aquí.

Tenía la intención de escribir unas líneas y recordar la extraordinaria importancia que la medicina tuvo en el lanzamiento y estructuración de ALDEEU. No puedo olvidar el entusiasmo, interés, dedicación, trabajo, esfuerzo y generosidad de Antonio Culebras y David Cardús. Junto a ellos, en mi memoria están Mariano Marzo, Ricardo Ceballos, Juan Negrín, Carlos Vallbona y, más tarde, Alfonso Chiscano. Todos ellos médicos eminentes que, sacando tiempo de sus absorventes horas de investigación, enseñanza y dedicación a sus enfermos, tuvieron espacio para organizar asambleas y dirigir ALDEEU. Su contribución fue singular en muchos aspectos. David Cardús, Juan Negrín, y Carlos Vallbona presidieron respec- tivamente la asociación en 1984, 1986 y 1988. Mariano Marzo y Alfonso Chiscano organizaron las asambleas de Chicago (1984) y Alfonso Chiscano la de San Antonio (2000). Antonio Culebras describe en su artículo “Los primeros pasos de ALDEEU”, publicado en Memorias… de un sueño, el libro imprescindible para conocer ALDEEU de Teresa Valdivieso, el incansable hacer que llevó adelante para consolidar la joven asociación que era entonces ALDEEU. Igualmente Carlos Vallbona cuenta sus recuer- dos en la referencia que se le hace en el mismo libro de Teresa. Para mí aquellos médicos con los que me relacioné gracias a ALDEEU fueron fantásticos e inolvidables. Su ayuda en momentos tan difíciles del comienzo fue extraordinaria y su apoyo singularmente eficaz. Agradezco al Director de Puente Atlantico, mi amigo y colega Antonio Román, dos nombres que incorporo inmediatamente a estas líneas. Se trata de Ángel Pellicer Garrido y Luis Alfonso de Santos. Todavía, sin embargo, espero no haber olvidado a nadie y si así fuera ruego se me corrija. 

La entrevista de este Puente Atlántico, octubre 2017,  no podía ser otra que a un médico. Recuerdo a Alfonso Chiscano cuando tuve ocasión de hablar con él en la asamblea presidida por María Jesús Mayans Natal en San Antonio o posteriormente en la de Florida. Me impresionó su incansable hacer y su entusiasmo por su profesión, por ALDEEU y España.  

 

Colaboración de Enrique Ruiz-Fornells   

 

Enrique Ruiz-Fornells: ¿Cómo te llegó la noticia de la existencia de ALDEEU? 

Alfonso Chiscano: Mi amiga, la Sra. Isabel de Pedro, Cónsul Honoraria de España en San Antonio, me pasó la información sobre una nueva asociación, ALDEEU, que trataba de unir a científicos, pensadores, literatos, escritores y profesores universitarios que dejaron España en su momento y que estaban ejerciendo su profesión en los Estados Unidos. La idea me gustó y fue cuando me hice socio. 

ERF: Recuerdo que durante la presidencia de María Jesús Mayans Natal se celebró en San Antonio bajo tu dirección la asamblea anual, ¿por qué te pareció que San Antonio era un buen lugar para ello? 

AC: Conocía a la familia de María Jesús, su marido, Faustino, también era médico, y aprovechando que por entonces era presidenta de ALDEEU y tenía la responsabilidad de organizar el congreso anual, me pidió si me comprometería a tener en San Antonio el siguiente encuentro de este grupo, a lo cual accedí. Esta ciudad tiene muchos lazos de unión con España y los países hispanoamericanos por lo que los miembros de ALDEEU se sentirían como en casa. San Antonio de Texas fue fundada por españoles y además de una cordial relación con nuestros vecinos de Méjico, tiene por lo menos un 60% de hispanos; hay cinco misiones erigidas por Padres Fran- ciscanos españoles con ayuda de los indios nativos. La ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Hubo en aquel congreso una gran participación de aldeeuenses, lo mismo que de instituciones locales, entre ellas el Consulado Español y el Instituto Cervantes. En ese congreso se originó la publicación San Antonio de Béjar y el hispanismo (2004). 

ERF: ¿Hay algún intercambio a nivel profesional médico entre Estados Unidos y el Archipiélago? 

AC: He tratado de coordinar las relaciones entre San Antonio y Las Islas Canarias desde mi posición como médico. En 1986, con mi equipo quirúrgico más dos cirujanos jóvenes de la Península, se empezó el primer programa de cirugía cardíaca en el Hospital Universitario en la Universidad de La Laguna (Tenerife). El programa sigue vigente hoy en día y en él se realiza la cirugía cardíaca de la Sanidad Pública de Tenerife. Durante la presidencia del Honorable Manuel Hermoso, el Gobierno de Canarias y un servidos acordamos instalar una oficina, ayudada por mí sin ánimo de lucro, para aumentar la presencia de lo canario a los dos lados del Atlántico. Se celebraron varios seminarios universitarios, políticos, históricos, de negocios, etc. Finalmente, la crisis económica del 2008 acabó con esta oficina. 

ERF:  ¿Qué puesto tiene la medicina española en Estados Unidos? 

AC: Tenemos médicos españoles en Estados Unidos muy inteligentes y que gozan de un gran prestigio bien merecido: el Dr. Valentín Fúster, cardió- logo en el Hospital Mont Sinaí de la ciudad de Nueva York. El ortopeda de la Clínica Mayo que fue invitado a Madrid para la reparación de la cadera del rey Don Juan Carlos y otros más que no sé dónde están. 

Quisiera comentar sobre la educación médica en España y en Estados Unidos. Creo que las facultades de medicina en España producen más médicos de los que realmente pueden ofrecerles plazas de entrenamiento. Se deben de admitir a la carrera de medicina solo los mejores cerebros, empleando los mejores medios de evaluar a los candidatos. En mi facultad ha habido este año más de 3000 candidatos y se han aceptado 250 personas, 49% mujeres y 51% hombres. En Estados Unidos hay un gran apoyo a la investigación médica y un gran énfasis en la práctica clínica “hand on” por la que han de pasar los estudiantes de medicina. Para estudiantes de medicina espa- ñoles que desearan formarse en los Estados Unidos deben de saber que nece- sitan hablar y entender inglés y un gran deseo de aprender y trabajar 18 horas “efectivas” al día. 

ERF:  Has mencionado que San Antonio de Texas fue fundada por españoles, ¿hay actualmente alguna asociación de descendientes de aquellos fundadores o algún recuerdo histórico de los orígenes canarios de esa ciudad? 

AC: Efectivamente, el enclave de San Antonio lo fundaron 56 ciudadanos pro- cedentes del Archipiélago y que se establecieron aquí para cultivar sus tierras donde ahora está situada la ciudad. Hay una asociación de descendientes de canarios que celebra el 19 de marzo la llegada de los colonos canarios (19 de marzo de 1731); el 2 de agosto se conmemora la fundación del primer cabildo municipal (2 de agosto de 1732). Tienen fiestas también en honor de la Virgen de la Candelaria, Patrona de las Islas. El próximo año, 2018, esta ciudad celebrará los 300 años de la fundación de la Primera Misión (hoy El Álamo) y del Primer Presidio. Soy uno de los cinco “Co-chairs” encargados de implementar estas conmemoraciones. La importancia de estos colonizadores españoles, fundadores de nuestro Gobierno Civil, se pondrá más en relieve los días 9, 10 y 11 del próximo marzo cuando se ha invitado al Gobierno de Canarias y a otros líderes, además de los ciudadanos canarios, y habrá apropiados eventos para celebrar esta gesta. “Canarias en el siglo XXI” será un tema a tratar en el Seminario del día 10 de marzo, que tendrá lugar en el Aula Canaria de la Universidad de Texas en San Antonio. 

ERF:  Sé que has vivido en varios lugares de Estados Unidos y que, sin embargo, fijaste tu residencia en San Antonio, ¿qué te atrajo de esta ciudad para vivir permanentemente en ella? 

AC: A mis 79 años de edad (1938), miro a mi mundo que me rodea de esta manera: soy un americano, nacido en Tenerife y parcialmente educado en Tenerife, Madrid y Barcelona, completando mi aprendizaje en los Estados Unidos. Mi especialidad como cirujano cardiotorácico empezó en Detroit (WSU) en 1963 y me tomó hasta 1072 para obtener el necesario entre- namiento y pasar todos los “boards” apropiados para practicar mi profesión en este país. El pasado enero de 2017, terminé la práctica de cirugía como Clinical Assistant Professor en UTHeath-San Antonio (Facultad de Medicina), donde sigo enseñando a nuevas generaciones en el “Simulation Lab”. Además de todo esto, necesario para mi formación, hay un factor llamado ”suerte” que creo me ha ayudado casi siempre. 

La razón de trasladarnos a San Antonio mi esposa (Mary-Alice Chiscano, R.N.MSN) y dos de mis hijos (en aquel entonces), después de terminar mi “fellowship” bajo la dirección del Dr. Denton Cooley en Houston, fue doble: una, mi ex-asociado, Dr. Leo Zorrilla, me invitó a empezar nuestra práctica médica en San Antonio; la otra, la oportunidad de vivir en una ciudad con orígenes tan canarios. Aquí han crecido mis cuatro hijos, esparcidos hoy en día por todos los Estados Unidos y que me han dado, de momento, ocho nietos. 

ERF: ¿Cómo te figuras el futuro de ALDEEU? 

AC: La presencia económica y social de España en los Estados Unidos ha ido aumentando desde 2008, cuando las empresas españolas han tenido que ganarse el pan de cada día fuera del país. Las actividades de españoles relacionadas con campos como los de las energías renovables, transporte, arquitectura… han aumentado enormemente en los Estados Unidos. Lo mismo habría que afirmar en lo referente a actividades llevadas a cabo por el Instituto Cervantes y la Fundación US-Spain. ALDEEU, una asociación con poca burocracia y mucho espíritu de liderazgo, podría ser el organismo que concentre todos estos valores a través de una oficina en USA o que por medio de sus publicaciones como son el Puente Atlántico o Cuadernos fuera el catalizador de todas estas actividades para su difusión en España y en Norteamérica en inglés y en español. El 22 y 23 de este septiembre habrá unas sesiones en Williamsburg, Virginia, patrocinadas por la Fundación US-Spain, a las que ALDEEU podría asistir como observador o participante. 

Quisiera daros las gracias por la oportunidad de, con esta entrevista, poner al día mis neuronas en mi pasado, presente y futuro. Mandadme, por favor, el Puente Atlántico, los Cuadernos de ALDEEU y vuestras otras comunicaciones y… pasadme la cuenta para estar al día. 

Carlos Mellizo es en la actualidad Profesor Emérito Distinguido de la Universidad de Wyoming, Estados Unidos, donde ha ejercido la enseñanza de la Literatura y la Filosofía Española desde 1968. Mellizo es autor de seis libros de ficción: Los Cocodrilos (Madrid, Índice Editorial, 1970), Historia de Sonia y otras Historias (Tempe, AZ, Editorial Bilingüe, 1987), Una cuestión de tiempo (Miami, FL, Ediciones Universal, 1991), Un americano en Madrid y otros amores difíciles (Madrid, Editorial Noesis, 1997), La lengua de Buka y otros casos singulares (Ediciones Nuevo Espacio, 2004), y Antes del descenso y otras palabras finales (Greeley, CO, Leyenda Publishing House, 2004). Sus narraciones y ensayos han aparecido en Revista de Occidente, Revista de Filosofía, Cuadernos Hispanoamericanos, Ínsula, Mundo Nuevo, Papeles de Son Armadans, Lucanor, El Urogallo, Cuadernos Salmantinos de Filosofía, Telos, y otras publicaciones periódicas de España y América. Sus trabajos de investigación se han centrado en la filosofía española del Renacimiento, el ensayo peninsular contemporáneo y el utilitarismo británico. Ha publicado estudios monográficos sobre Hume, Mill y el tudense Francisco Sánchez (El escéptico), y ha traducido al castellano, en ediciones críticas para Editorial Gredos (RBA), Alianza Editorial, Tecnos y otras casas editoriales españolas, obras fundamentales de Thomas Hobbes, John Locke, George Berkeley, David Hume, Edmund Burke, Thomas Reid, John S. Mill y Thorstein Veblen. Entre otras actividades extraordinarias, ha sido colaborador columnista de Puente Atlántico. En noviembre de 2013 el Gobierno Español le concedió la Cruz de Oficial de la Orden de Isabel la Católica, y por esta razón, Enrique Ruiz–Fornells, presidente honorario de ALDEEU, lo ha entrevistado acerca de su carrera universitaria en Estados Unidos. 

 

Colaboración de Enrique Ruiz-Fornells

 

Enrique Ruiz-Fornells: España y Estados Unidos tienen un gran océano de por medio. ¿Cómo es que ahora resides en los Estados Unidos? 

Carlos Mellizo: Vine a los Estados Unidos en 1968, cuando en muchas cosas el ambiente de España no era como el de ahora. Los problemas que actualmente pueda tener el país no son exactamente los mismos que los de entonces. En el año 68 todavía le quedaban al franquismo cinco años de vida. 

No era la primera vez que salía del país. En 1965, después de sacar la Licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense, me dieron una Beca del Consejo Británico y pasé nueve meses en Inglaterra tratando de mejorar mi inglés y dando clases de literatura española en una escuela pública de segunda enseñanza. Después volví a Madrid para completar los cursos de Doctorado y empezar a escribir la tesis doctoral, un trabajo sobre David Hume y su teoría del conocimiento. 

Había solicitado una Beca de la Fundación Fulbright para pasar un año en los Estados Unidos. Un día me llamaron de la Fundación para decirme que todavía no sabían el resultado de mi solicitud, pero que el Jefe del Departamento de Español de la Universidad de Wyoming estaba en Madrid entrevistando a gente para un puesto de profesor interino en su Universidad, sólo por un año. Este señor había ido a la sede de la Fundación y había preguntado si podía entrevistar a los candidatos Fulbright que figuraban en la lista de espera. Me entrevisté con él y me ofreció el puesto. Vine, pues, a Wyoming, a enseñar lengua y literatura españolas durante un curso académico. Así es como di el salto a los Estados Unidos. 

ERF. ¿Por qué elegiste la Universidad de Wyoming? 

CM. Fue la primera Universidad que me ofreció trabajo. Mi licenciatura era en lo que entonces 

se llamaba “Filosofía pura”, pero yo siempre había tenido interés por la literatura española y latinoamericana. Para esas fechas (1968) me habían aceptado algún cuento en La Estafeta Literaria y en Cuadernos Hispanoamericanos. 

Poco antes de terminar el curso en la Universidad de Wyoming, el Jefe de Departamento me llamó a su oficina y me dijo que, después de consultar con los otros profesores y con el Decano de la Facultad, podían renovarme el puesto, ahora en calidad de “Assistant Professor”, una vez obtenido el Doctorado. Para entonces mi tesis estaba terminada y pude defenderla en la Universidad Complutense en el otoño de 1970. Ya con el doctorado, acepté el nuevo puesto. 

Desde el primer momento me gustaron las montañas de Wyoming y el estilo sencillo de vida en esta parte del país. En 1972 tuve la oportunidad de mudarme a la Universidad de Emory, en Atlanta, pero decidí quedarme en Laramie donde para entonces ya había conocido a Esther, mi futura mujer, y donde hemos vivido desde entonces. Tenemos dos hijas, dos hijos, cuatro nietas y un nieto. 

ERF. ¿Cuál es tu experiencia como profesor universitario en los Estados Unidos? 

CM. Una experiencia muy positiva. Los alumnos americanos se toman su trabajo muy en serio y respetan al máximo la autoridad académica del profesor. Además de esto, el sistema universitario norteamericano permite 

que los profesores dediquen el tiempo adecuado a sus labores de investigación y creación. Durante mis años como profesor en Wyoming he podido cuidar de mis obligaciones docentes, pero también de mis responsabilidades como investigador, autor y traductor. El sistema permite también flexibilidad en la creación de cursos de nivel superior. 

ERF. ¿Has conservado alguna relación académica con España durante los años de residencia en los Estados Unidos? ¿En qué ha consistido? 

CM. He conservado una relación académica con España a través de mis publicaciones. En estos cuarenta y pico años, relatos y ensayos míos (muchos de ellos recogidos después en volúmenes sueltos) han aparecido regularmente en revistas culturales españolas e hispano- americanas. Ya he mencionado Cuadernos Hispanoamericanos y La Estafeta Literaria; podría añadir Ínsula, Índice, Mundo Nuevo, Revista de Occidente, Papeles de Son Armadans, Cuadernos Salmantinos de Filosofía, Revista Interamericana/Inter American Review, Biblos (Coimbra), Exilio-Revista de Humanidades (N.Y.), Diálogos (México), Telos-Revista Iberoamericana de Estudios Utilitaristas y algunas más. Mis traducciones y ediciones españolas de los filósofos clásicos de lengua inglesa –Hobbes, Locke, Berkeley, Hume, Burke, Mill, etc– han sido publicadas por casas editoriales de muy amplia distribución en el mundo hispánico (Aguilar, Alianza Editorial, Gredos, Tecnos, etc.) y suelen utilizarse como textos de clase en programas universitarios de filosofía y de ciencias políticas en los países de habla española. 

También he mantenido contacto con el mundo académico español participando en conferencias y congresos, e invitando a la Universidad de Wyoming, con la ayuda de los servicios culturales del Consulado de España en San Francisco y de otras instituciones de cultura hispánica, a profesores e investigadores de universidades y centros de investigación de España y Estados Unidos. Pienso que los alumnos avanzados de lengua y literatura españolas de la Universidad de Wyoming, y los profesores de español en las escuelas secundarias del Estado, se han beneficiado especialmente de estas visitas. 

ERF. ¿Vuelves a España frecuentemente? Ahora que estás jubilado, ¿te quedarás a vivir en Estados Unidos? 

CM. Sí, mi mujer y yo viajamos a España con frecuencia. Tengo allí familia y amigos, en el área de Madrid. Todavía no sabemos si residiremos aquí o en España de manera permanente. Supongo que mucho dependerá de la situación familiar. Con tantos hijos y nietos en los EEUU es difícil tomar decisiones de este tipo. 

ERF. ¿Qué opinas sobre ALDEEU? 

CM. Creo que es una Asociación con fines excelentes, un medio de unir a individuos dispersos que directa o indirectamente son transmisores de la cultura española en los Estados Unidos. Mi experiencia con las personas de ALDEEU con quienes he tenido contacto ha sido estupenda. A todas ellas, y a la Asociación en general, les debo mi más sincero agradecimiento. 

ERF. ¿Crees en el futuro del español en Estados Unidos? 

CM. ¡Y de qué manera! Incluso en un estado tan remoto y escasamente poblado como Wyoming puede apreciarse el enorme crecimiento que la lengua española ha experimentado en estos últimos años. Es frecuente oír a personas hablando el idioma en almacenes, bares y restaurantes. Hay programas de radio y televisión en lengua española. Muchos de los anuncios públicos son ahora bilingües. La influencia que en esto ha ejercido la inmigración latina ha sido enorme, pero también deben tenerse en cuenta los efectos del turismo a España y a Latinoamérica, el trabajo de maestros y maestras de enseñanza secundaria, el apoyo del Estado español y de otros Estados de habla española a través de sus servicios culturales y de difusión, y el papel hoy desempeñado por España en la comunidad europea –desde luego mucho más significativo que en otros tiempos. El futuro del español en los Estados Unidos no puede presentarse con colores más brillantes, pese a la resistencia que a ello puedan ofrecer algunas minorías, creo que cada vez de importancia más escasa. 

ERF. ¿Te sorprendió recibir en California la Cruz de Oficial de la Orden de Isabel la Católica del Embajador de España en Washington D.C.? 

CM. El Consulado de España en San Francisco, que es el que administra los asuntos oficiales de España en el estado de Wyoming, me había comunicado tiempo atrás, sin especificar detalles, que el Estado español me había concedido una medalla en reconocimiento a mi labor académica, y que en el momento oportuno se me daría la fecha de imposición. El entonces Cónsul General de España en San Francisco, Don Manuel Pradas Romaní era quien había propuesto mi nombre, junto con el de otros profesores, para recibir este reconocimiento. Fue el año pasado, con ocasión de la celebración del tricentenario de Fray Junípero Serra, cuando el Exmo. Sr. D. Ramón Gil-Casares, Embajador de España en Washington D.C., pudo venir a California y proceder a la imposición de las Condecoraciones y a la entrega de los Diplomas. Entonces supimos de qué honor se trataba, con la sorpresa y alegría consiguientes. La ceremonia resultó muy cordial y amable, en la sede del Consulado. Al día siguiente algunos nos desplazamos a Carmel, donde el ahora Cónsul General, Don Jorge Montealegre Buire, nos presentó al Principe Felipe y a la Princesa Letizia, hoy nuevos Reyes de España, muy corteses y simpáticos los dos. Hablamos con ellos unos minutos, principalmente de los inviernos de Wyoming. 

El Director de la tertulia de los lunes de Onda Cádiz TV, Guillermo Riol, entrevistó a Domingo Cabello el 18 de junio de 2012 para informar en su programa sobre el próximo XXXII Congreso de ALDEEU, que tendría lugar en Cádiz. Domingo es el director de “ACOS, Ingeniería de Gestión” y ha sido una persona clave para que los organizadores del congreso pudieran conectar con el mundo empresarial de la ciudad de Cádiz y de su provincia. El Sr. Cabello no es socio de ALDEEU, por lo que sus opiniones sobre la historia de ALDEEU pueden no ser siempre exactas, pero la entrevista tiene el valor añadido de mostrarnos un congreso visto desde fuera de la asociación. 

 

Colaboración de Guillermo Riol    

 

Guillermo Riol: Vamos a hablar de esta trigésima segunda Asamblea de ALDEEU 

Domingo Cabello: ALDEEU es una asociación que se creó en los años 80 por un grupo de profesionales que vivían y trabajaban en los Estados Unido y que se reunían para crear un foro de intercambios multisectoriales y para divulgar la cultura española en los Estados Unidos. Esta asociación ha ido creciendo y creciendo hasta el punto que tienen socios en todos los estados de la Unión y en muchas ciudades españolas. El año pasado, en la asamblea XXXI, decidieron, aprovechando la conmemoración del Bicentenario, traer la asamblea de este año a Cádiz y así ofrecer un tributo a la ciudad por la trayectoria que ha tenido históricamente creando lazos de unión entre América y España. 

G.R.: Leo en el programa que me has proporcionado que el lema del congreso es “Tendiendo puentes sobre el océano: América y Cádiz” ¡Qué bonito! ¿no? 

D.C.: Sí, la verdad es que sí lo es. Un poco poético, pero realmente, cada persona que sale de España está creando un puente que va a ser la imagen que se forme de su país en el de su destino. Los socios de ALDEEU se han cuidado muy mucho de mantener ese vínculo; ese puente con España nunca lo han perdido. Este año, dándole un giro, en cierto modo innovador, a su idea de congreso, querían potenciar esos vínculos entre empresarios y emprendedores españoles que tienen puesta la mira al otro lado del océano. 

G.R.: La XXXII Asamblea se celebra en Cádiz con motivo del Bicentenario. Aunque yo creo que es un atractivo la conmemoración del bicentenario de nuestra Constitución, pero no es por casualidad que hayan elegido la ciudad de Cádiz. 

D.C.: No, realmente, no es casualidad. Ellos tenían muy claro que Cádiz tiene un peso específico muy grande en la cultura americana. Son amplios conocedores de esta cultura; muchos de ellos son personas relacionadas con el mundo universitario, profesores universitarios, y siempre han querido darles la impronta de su origen español a su día a día y a su vida en los Estados Unidos. 

G.R.: El congreso comienza el próximo lunes 2 de julio, y se prolonga hasta el día 5. Estaba viendo en el programa que lo preside la Alcaldesa de Cádiz, Doña Teófila Martínez, y que vienen personalidades de primer nivel dentro del mundo internacional, especialmente de Estados Unidos, para participar en este congreso. 

D.C.: La verdad es que hemos tenido la suerte de poder traer
a la ciudad de Cádiz a empresarios y profesionales españoles con una larguísima y prestigiosa carrera aquí y en Estados Unidos para demostrarnos que los españoles somos capaces de exportar, de enseñar y transmitir al mundo entero nuestra sabiduría. En la sesión inaugural, tenemos la suerte de contar con José María Alapont, recientemente nombrado en la revista Forbes, con una gran trayectoria en el sector de la automoción y que ha sido reconocido por la Universidad de Northwood como Líder Empresarial 2012. 

G.R.: En el programa tengo las distintas ponencias y veo que se van a abordar temas desde el punto de vista empresarial, pero abierto a cualquier aspecto de la cultura. 

D.C.: Realmente es multisectorial. Hay temas de historia, medicina, de poesía, de investigación industrial… el congreso está abierto a todos los campos del conocimiento. Tenemos, por ejemplo, la presencia de Mariano Esteban, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que ha estado trabajando con la Fundación Bill Gates para el desarrollo de una vacuna contra el SIDA. Hemos conseguido un grupo de profesionales bastante bueno para que ellos puedan exponer todo lo que se puede hacer desde el extranjero y cómo el nombre de España queda en muy buen lugar en el mundo empresarial, literario y científico de los Estados Unidos. 

G.R.: ¿Qué asistencia de participantes está prevista para este congreso? 

D.C.: Estamos cercanos a los 200, de los cuales, unos 150 vienen de los Estados Unidos. Es una participación elevada y estamos muy satisfechos con ella. 

G.R.: Va a ser, sin duda, una oportunidad única de poner en común ideas entre Cádiz y Estados Unidos en materia empresarial desde muchos puntos de vista, pero también está claro que, como gaditanos, tenemos que barrer para casa, mostrando las oportunidades que hay aquí en Cádiz. 

D.C.: Efectivamente, uno de los objetivos que tiene el congreso se materializa en las sesiones de networking en las que a los empresarios y emprendedores gaditanos se les ofrece la oportunidad de que puedan exponer su proyecto empresarial ante los congresistas porque ellos saben de la creatividad y potencial que tiene esta tierra a nivel empresarial y están dispuestos a escuchar a todos aquellos que miran a Norteamérica como un posible lugar de expansión dentro de sus metas. 

(Entrevista en Onda Cádiz TV, dentro del programa “Buenos días” del 18 de junio de 2012 de 9’29 a 9’38 de la mañana.) 

Gerardo del Cerro Santamaría es Profesor, Director of Assessment and Innovation y Senior Research Fellow in Engineering en The Cooper Union for the Advancement of Science and Art, en Manhattan. Ha sido investigador en la Universidad de Harvard y Visiting Professor en el Massachusetts Institute of Technology, donde forma parte del MIT Global Program. Entre 1997 y 2003 fue Program Area Leader y Director de Evaluación en el Gateway Engineering Research Program de la National Science Foundation. Es miembro del Grupo de Investigación Multidisciplinar sobre Change, Complexity and Innovation de la Universidad del País Vasco. Es autor de varios libros y numerosos artículos científicos sobre urbanismo y globalización, las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad, y la evaluación institucional y de programas. Su libro Bilbao. Basque Pathways to Globalization (2007) se considera una contribución esencial a los estudios sobre urbanismo global y ha sido calificado como “uno de los más sofisticados análisis de la globalización disponibles hoy” (Diane Davis, Harvard). A finales de 2014 aparecerá Technological Futures. New Epistemic Strategies for an Increasingly Techno-Scientific World, monográfico de la prestigiosa revista Technology in Society del que del Cerro es Editor Invitado y co-autor. Este año también aparecerá su primer libro en castellano, titulado El observador crítico. Reflexiones sobre urbanismo, política y sociedad en la era global. Gerardo es Doctor en Urbanismo y Economía Política por la New School for Social Research de Nueva York y Doctor en Sociología Económica por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha recibido varios premios en su trayectoria profesional. Este año 2014 ha sido galardonado con el Village Fellowship Award de la Academy of Transdisciplinary Learning and Advanced Studies como reconocimiento a sus contribuciones a los estudios transdisciplinares. 

 

Puente Atlántico del siglo XXI charló con Gerardo, socio de ALDEEU y residente en Estados Unidos desde hace dos décadas, para que explicara a los lectores en qué consiste su labor y la aportación de las ciencias sociales en un mundo globalizado. 

 

JM.Usted ha sido el único español en participar en el primer Engineering Ideas Lab organizado por la Fundación Nacional de la Ciencia de Estados Unidos (NSF, en sus siglas en inglés) este pasado mes de marzo de 2014. ¿De qué se habla en un encuentro de estas características, donde se reúnen ingenieros y científicos sociales como usted mismo? 

GdC. El motivo del Ideas Lab era debatir, colaborar y crear conocimiento sobre la desigualdad social, la inclusión y la diversidad en las ingenierías. LA NSF invitó a 30 personas de todo el país para esta reunión de cinco días, tras un estricto proceso de selección en el que únicamente se tuvieron en cuenta los méritos profesionales de los investigadores. Dos cuestiones relacionadas han motivado este encuentro, que tuvo lugar en Virginia el pasado marzo. Primero, el estatus cambiante de EE.UU. en la economía política global y la necesidad de asegurar o mantener la prosperidad futura del país en un mundo crecientemente multipolar. Y, para ello, en segundo lugar, la necesidad de incrementar la presencia (que es alarmantemente baja) de mujeres y minorías étnicas en lo que aquí se llama STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics), en un contexto de cambio demográfico acelerado en el que EE.UU. dejará de ser de mayoría blanca anglosajona en un futuro muy próximo. La NSF piensa hacer una fuerte inversión en propuestas de investigación que contribuyan a superar este problema y el Ideas Lab ha sido el arranque del debate a este respecto. Es lógico (aunque quizá un tanto novedoso) que la NSF lo diseñara como un diálogo transdisciplinar entre ingenieros y científicos sociales porque se trataba un tema con gran tradición en ciencias sociales, aplicado ahora a las ingenierías y al STEM. Por cierto, este es también uno de los temas que vamos a tratar en un ciclo de conferencias organizadas conjuntamente por The Cooper Union y el MIT que esperamos iniciar el próximo otoño en en Manhattan. Hay mucho interés en City Hall y Albany por esta cuestión. 

JM. Parece que vivimos en un tiempo de pragmatismo extremo, en el que el desarrollo científico y tecnológico va inevitablemente unido al beneficio económico ¿Se hace cada vez más difícil la investigación científica per se, alejada de intereses económicos? 

GdC. Desde la perspectiva de la ciencia social se puede decir que vivimos en tiempos de transición profunda en el capitalismo global, y por lo tanto de cierta anomia individual y colectiva, especialmente desde los años noventa, y también en tiempos de “compresión espacio-temporal”, por utilizar la elocuente expresión del geógrafo David Harvey. Lo que se observa es un intento de los países y bloques económicos por situarse ventajosamente en la carrera por la competitividad global y esto se interpreta, por ejemplo, como la necesidad de reforzar la inversión en R&D y formar a más y mejores ingenieros y científicos, hábiles y diestros en el conocimiento técnico pero también en las llamadas “soft skills”, es decir, capaces de comunicar bien sus ideas, de dirigir y gestionar sus proyectos de forma efectiva, de trabajar en equipo, de entender perfectamente las complejidades de la ética profesional, de trabajar con personas de diferentes culturas, etc. 

Hay que añadir que, si por “investigación científica per se” nos referimos a la investigación básica, ésta no ha perdido fuerza en absoluto en las últimas décadas; al contrario, en un mundo crecientemente tecno-científico el número y proporción de científicos (y de científicos básicos) crece en EE.UU., Europa, Asia y en otras regiones. La acción humana, incluída la acción científica (y la investigación básica), tiene siempre motivaciones y objetivos. La cuestión fundamental es qué grupos de poder definen esos objetivos y con qué fines, cómo se financian la ciencia y la tecnología, con qué prioridades. 

JM. En su reciente libro “La utilidad de lo inútil”, el filósofo italiano Nuccio Ordine dedica un capítulo al concepto “universidad-empresa y estudiantes- clientes” y señala como paradigmático el caso norteamericano. Usted tiene una larga y contrastada experiencia profesional en Estados Unidos. ¿Qué le parece el camino que están tomando las universidades de este país? ¿Es un reflejo más de la acentuación de las diferencias sociales? 

GdC. La idea renovada (que no nueva) de una universidad “emprendedora” es una consecuencia del llamado Washington Consensus y el neoliberalismo, y, como tendencia reciente, es más visible en otros países (en especial en Asia) que en Estados Unidos. No es territorio conquistado, por cierto, ni un proceso inexorable. Pienso que etiquetar al estudiante como cliente, como se pretende hacer desde el mundo corporativo, es una estrategia de poder que hay que resistir, revela falta de aprecio por la relación profesor-alumno y un desconocimiento absoluto de la investigación etnográfica, que ha puesto de manifiesto la profunda variedad y diversidad del mundo universitario estadounidense. Los estadounidenses se enorgullecen de tener un sistema que valora la diferencia y en el que no gusta la estandarización. Cada institución tiene una misión específica que determina muchos aspectos de las estrategias de gestión, los curricula y la vida universitaria. 

Por otro lado, es evidente que Estados Unidos es un país con grandes desigualdades socio- económicas, pero no conozco la evidencia científica que demuestre que la educación universitaria sea un factor que contribuya decisivamente a este estado de cosas (el libro Place Matters. Metropolitics for the 21st Century de mis colegas Peter Dreier, John Mollenkopf y Todd Swanstrom muestra con claridad cuáles son los determinantes de la desigualdad social en EE.UU.). Lo que sí sabemos es que, como en muchos otros países, la educación universitaria en EE.UU. ha servido y sirve para varios fines, entre ellos ofrecer oportunidades de ascenso social a muchas personas que sufren discriminación social, por ejemplo inmigrantes, mujeres y miembros de las minorías étnicas. Sí que hay que decir que hay actualmente un intenso debate en Estados Unidos sobre el acceso a la educación universitaria y la necesidad de mayor transparencia en la gestión y en los métodos de evaluación del aprendizaje. De estos temas, y otros relacionados, hablaremos en el Congreso Mundial de la International Sociological Association en Japón en el mes de Julio de este año. 

JM. La relación entre universidad y empresa, con sus tensiones y sus luces y sus sombras ¿es imprescindible para avanzar en innovación? ¿De dónde sale la innovación científica y tecnológica en un contexto como el actual? 

GdC. Depende del campo de investigación al que nos refiramos y al proyecto de investigación que tengamos entre manos. También depende de las necesidades específicas de financiación. No hay evidencia de que el mundo corporativo dicte o vaya a dictar exclusivamente las principales líneas de investigación a través de prioridades de financiación ligadas a sus intereses comerciales. Es lógico que eso lo haga Google o Intel, pero no un país o su sistema universitario. Y es preciso no olvidar un componente muy importante en el sostenimiento de la innovación científica y tecnológica como es el sector público, los gobiernos, que en Occidente siguen siendo la primera fuente de financiación de la investigación que se hace en las universidades. Como ejemplo en Estados Unidos tenemos por supuesto a la National Science Foundation, que gestiona un presupuesto anual en 2014 de casi 8.000 millones de dólares, un incremento del 9% sobre el año anterior. Es ampliamente conocido que Internet fue una innovación financiada enteramente por el sector público, por la NSF y DARPA, y hay muchos otros ejemplos de financiación pública de la investigación en este país. 

JM. Supongo que usted ha experimentado aspectos positivos y negativos de dos sistemas universitarios muy diferentes: el de España y el de Estados Unidos ¿Qué destacaría de cada uno de ellos? 

GdC. He experimentado muchos más aspectos positivos que negativos en ambos sistemas. Recuerdo con mucho respeto y cariño a mis profesores en España, con varios de los cuales sigo en contacto, en especial con Miguel Beltrán, que dirigió mi tesis doctoral en la UAM. El sistema estadounidense lo conozco desde hace unos cuantos años. Mi primera estancia profesional en EE.UU. fue en Skidmore College, donde estuve como Visiting Scholar y Director of the Spanish House, tras terminar mis dos licenciaturas, y donde experimenté por primera vez las excelencias de una universidad americana. Regresé a este país tras dos años cursando el doctorado en Madrid. Volví para estudiar con una beca de doctorado de la New School for Social Research, en Manhattan. La adaptación a Nueva York fue dura, pero debo decir que aquí he tenido a profesores cercanos y con gran prestigio internacional, que me enseñaron que las ciencias sociales, la economía, la filosofía y la historia son una empresa común que procede de los márgenes al centro. Quiero mencionar especialmente a la directora de mi tesis doctoral en Nueva York, Janet Abu- Lughod, recientemente fallecida, y a Diane Davis, ahora en Harvard, con quien he colaborado en varias publicaciones. Luego empecé a trabajar y he experimentado, en una ciudad compleja, un mundo laboral exigente y dificil, pero que en general defiende la meritocracia, muy respetuoso con las opciones individuales y abierto a las diferencias, nada endogámico, que fomenta la creatividad del investigador, que valora adecuadamente los méritos profesionales y la excelencia. En mi opinión, estos son aspectos deseables en cualquier país. 

JM. El urbanismo es uno de sus campos de investigación destacados. ¿Hacia dónde se dirigen las ciudades del Siglo XXI? ¿Es inevitable la atomización de la población en megaurbes como consecuencia de la globalización? 

GdC. Quizá no sorprenda decir que no hay acuerdo entre los urbanistas en torno a la influencia relativa de las grandes tendencias globales. El panorama es plural y abierto, hay numerosas teorías, escuelas de pensamiento y distintas tradiciones. Mis observaciones me llevan a pensar que nos enfrentamos (de nuevo y en peores condiciones) a la cuestión de los límites del crecimiento que animó la reflexión del Club de Roma en los años 1970s, y creo que será preciso redefinir la prosperidad de forma independiente del crecimiento, aunque dudo que los gestores políticos y económicos vayan a prestar mucha atención a esta cuestión. 

Respecto a la segunda pregunta, si se refiere usted a la supuesta pérdida de redes sociales de los urbanitas, debo decir que este es un problema que no caracteriza a las urbes contemporáneas de forma fundamental, ni siquiera de forma significativa. Desde los tiempos del sociólogo alemán Georg Simmel el urbanismo ha demostrado empíricamente que las ciudades no eliminan la sociabilidad, como muestran por ejemplo To Dwell Among Friends de Claude Fischer, o Urban Villagers, de Herbert Gans, ambos clásicos de la literatura en urbanismo, donde se analizan las redes sociales de los urbanitas en distintas comunidades. Estos análisis siguen siendo relevantes hoy. 

JM. Superados los siete mil millones de habitantes en el planeta, el urbanismo debe afrontar algunos de desafíos ineludibles como la sostenibilidad y el impacto ecológico de los grandes núcleos de población. El paradigmático caso de la polución en Beijing es algo nunca antes visto que exige el paso de la teoría a la práctica ¿Cómo afrontan los urbanistas un reto como este? 

GdC. Una de las iniciativas recientes más interesantes para afrontar los retos de sostenibilidad global es el programa sobre Resilient Design de las Naciones Unidas (división de Asentamientos Humanos). En cualquier caso, afrontar retos globales es siempre extremadamente complejo y las posibilidades de éxito no están garantizadas porque no existen los suficientes mecanismos de coordinación, ni en la investigación ni en la gestión. En el urbanismo se precisa de una mayor colaboración entre investigadores, y también mayor colaboración multidisciplinar. Esto es fundamental. No hay ninguna disciplina académica que por sí sola pueda comprender satisfactoriamente la realidad urbana ni aportar soluciones sostenibles a los problemas urbanos. En este aspecto se avanza en la buena dirección, aunque con alguna lentitud. Hay cada vez más compañeros que investigan de forma colaborativa, transdisciplinar y transnacional. Si me permite mencionar un caso que conozco bien, en 2013 se publicó Urban Megaprojects. A Worldwide View, un libro del que soy compilador y co-autor, y en el que colaboran 14 investigadores de varias disciplinas (sociólogos urbanos, planeadores urbanos, arquitectos, geógrafos) de algunas de las mejores universidades de EE.UU., Europa y Asia. Cuando diseñé la investigación pensé que  una manera efectiva y novedosa de abordar el problema de los megaproyectos urbanos era hacerlo colectivamente de forma multidisci- plinar y global. Creo profundamente en este enfoque y por ello vería con agrado que otros investigadores siguieran el mismo camino. 

JM. Recientemente le ha sido otorgado el prestigioso Village Fellowship Award por parte de la Academy of Transdisciplinary Learning and Advanced Studies. ¿Qué significa este premio para usted? 

GdC. El Village Fellowship Award es un inesperado e importante reconocimiento que  agradezco mucho- ATLAS lo concede a personas que se han destacado por sus contribuciones a los estudios transdisciplinares. En mi caso han valorado también, tal y como se especifica en la carta de concesión del premio, mi formación multidisciplinar en las ciencias, las artes, la filosofía y las ciencias sociales. Es un honor ser reconocido por una organización como ATLAS, que integra a destacados investigadores y profesionales de más de 60 países, provenientes de campos como la ingeniería, la física, la filosofía, la biología, la economía, la arquitectura, la sociología, etc. 

JM. Muchas gracias por su tiempo. 

Conocido por ser el 50 por ciento del dúo radiofónico Gomaespuma, el periodista, guionista y escritor Guillermo Fesser lleva desde 2002 residiendo en Estados Unidos. Concretamente en Rhinebeck, una comunidad rural situada aproximadamente a unas cien millas de Nueva York. La mirada incisiva de Fesser y su curiosidad innata le empujaron a escribir un libro donde narrar el impacto que le supuso vivir en una comunidad supuestamente tan alejada -en lo geográfico y en lo psicológico- de la realidad española. De esta forma publicó hace seis años A cien millas de Manhattan, su particular retrato de la cultura norteamericana rural. Ahora se publica la versión en inglés con la intención de que los norteamericanos –y especialmente sus vecinos de Rhinebeck– puedan leer las impresiones sobre su país de un emigrante español especialmente curioso y perspicaz. 

Puente Atlántico charló con Guillermo Fesser para conocer un poco más su experiencia americana. 

 

Colaboración de Jorge Muñoz

 

Jorge Muñoz: Este abril se edita la versión en inglés “A cien millas de Manhattan” ¿Qué diferencias hay entre esta edición y la original de hace seis años? ¿Se trata sólo de una traducción o has sentido la necesidad de revisar partes del libro? 

Guillermo Fesser: En esencia es la misma casa pero he reformado algunas habitaciones. Tiene un upgrade con un nuevo capítulo al final, han caído explicaciones que al lector norteamericano le sobran y he añadido episodios que en España hubiera costado demasiado pillar sin conocer el contexto. También había muchas cifras que al pasar del terrible sistema imperial que usan aquí al sistema métrico se redondearon y ahora, al volver al inglés, he tenido que precisarlas de nuevo. Y he mandado el manuscrito a los protagonistas para que revisaran sus datos. A un lector español le da igual si el dueño de la papelería de Rhinebeck se llama Stickle o Stickel; pero a él no, porque va a leer el libro su mujer, sus hijos, sus padres… Luego he trabajado con una editora corrigiendo, recolocando o eliminando párrafos. Esa ha sido la parte más divertida. A mí cortar me encanta. Tuve la misma sensación al editar la película Cándida. Ves material en el que has puesto muchos días de trabajo y, en un segundo, piensas: “¿sabes qué te digo? Que esto no aporta nada nuevo a la humanidad. ¡Fuera!” Es un gustazo. Una liberación. Siempre con la sencillez una obra crece. Además, el público no puede echar de menos lo que no sabe que se pierde y el autor tampoco porque, en el fondo, se escribe un libro para aprender cosas uno mismo. Publicado o no, ese aprendizaje ya no te lo quita nadie. 

JM: Es un tópico muy repetido eso de que los estadounidenses se preocupan poco por lo que ocurre fuera de sus fronteras y no les importa lo que piensan de ellos las personas de otras latitudes ¿Qué pueden extraer los lectores norteamericanos de un libro como este? 

GF: ¿Por qué me haces preguntas difíciles y a mala idea? Si yo no he hecho nada… Bueno, primero sobre los estadounidenses. Es cierto que al protestante, en general, le preocupan menos las apariencias que al católico. Digamos que, en estereotipo, a un empresario español le preocupa quedar bien, aunque pierda dinero y a un empresario norteamericano le preocupa perder dinero, aunque quede mal. Pero eso no significa que al norteamericano no le importe el resto de la humanidad…. Esto es muy grande y la gente tiende a mirar hacia dentro en lugar de hacia fuera. La prensa no ayuda. No suele hablarse de lo que pasa en otros sitios, sino de lo que les pasa a los norteamericanos que están en esos sitios. Se entrevista sólo a quienes hablan inglés, y no siempre resultan los más interesantes o los más representativos de esos lugares. Aquí llega una realidad del extranjero muy distorsionada y que encima se refuerza por la creencia generalizada de que todo el mundo ama Estados Unidos y todos estamos deseando venir aquí a vivir. Claro que hoy con Internet se puede acceder a informaciones alternativas, pero los norteamericanos, como el resto de los humanos, están a sus cosas y muy pocos hacen ese esfuerzo. Igual que muy pocos en España contrastan las informaciones que llegan de Islandia. ¿Es una pena? Correcto. Tan triste como que el libro de Belén Esteban sea un bestseller. 

Y, sobre el libro… Quizás aprendan alguna cosilla porque lo ha escrito un tipo curioso que, por tener la ventaja de ser extranjero, ha indagado sobre elementos que ellos ven todo los días –como el vapor que emana de las alcantarillas de NY– pero que no se han parado nunca a pensar de dónde diablos viene. Pero es una lectura que no trae recados. El lector de aquí, como el de cualquier parte, si intuye que uno de fuera viene de listo a decirle lo que tienen que hacer, le rechaza. Algo de esto le ha ocurrido a Piers Morgan en CNN, un tipo con buenas intenciones pero que regañaba a la audiencia. En Gomaespuma aprendí que uno puede decir siempre lo que se piensa si no hay maldad en el comentario. Aquí la prueba está en el musical The Book of Mormon. No se puede ser más crítico con una fe religiosa… y, sin embargo, los mormones no han protestado. A cien millas de Manhattan son pensamientos positivos en voz alta. 

Ahora, mientras escribía el libro, un cirujano de Florida me contó que, aunque creía poder salvarle la vida a un paciente con un problema de corazón gravísimo, no iba a operarle por temor a que la familia le pusiese una demanda por salirse del protocolo y perdiera a consecuencia de ello la licencia. Un ingeniero de la NASA me dijo que si América tuviera que afrontar hoy el reto de poner a un hombre en la Luna, no sería capaz porque no tienen suficientes ingenieros formados para lograrlo. Un político me soltó que creía que nunca pasaría una ley de emigración generosa porque son muchos votantes los que piensan que ya no caben más en esta tierra prometida. Y el director de una agencia de marketing que hace estudios de mercado para las marcas más potentes de este país me sopló que, después de barajar cientos de estadísticas, había llegado a la conclusión de que Estados Unidos se había convertido un país sin rumbo fijo. Sin objetivos concretos. 

Bueno… Mi libro es una mirada amable a los valores de la diversidad y el respeto, a la América de siempre. Quizás la observación de esos elementos ayude a algunos a recuperar las pautas que hicieron de EE.UU. un gran país.  

JM: La crisis en España está golpeando de tal manera a los ciudadanos que la emigración se ha disparado en los dos o tres últimos años ¿Crees que Estados Unidos es un buen destino para los españoles? ¿Sigue siendo esa proverbial “tierra de las oportunidades”? 

GF: La cultura norteamericana y la española son tremendamente complementarias porque cada una tiene lo que le falta a la otra. Los españoles sorprendemos con la capacidad de improvisar, de idear… pero nos falta el plan de negocios que tan bien manejan por estos pagos. Quiero decir que un paseo improvisado por el rastro de Madrid un domingo por la mañana puede ser gloria bendita… si antes has reservado mesa para las 3 de la tarde y no te pasas al final dos horas con la familia muerta de hambre buscando sitio, para terminar comiendo mal y apretado en un cuchitril. El mal histórico del español, arrancada de caballo y parada de burro, se cura con el pragmatismo norteamericano. Juntos… podemos salirnos del mapa. 

A mí me hubiera encantado que no hubiera habido crisis en España. Que los estudiantes de las becas Erasmus, gente que por fin habla idiomas sin complejos y que ha comprobado que los extranjeros son igual de raros que nosotros, hubieran regresado a casa para hacerle a nuestro país un upgrade 5.0 que buena falta le hace. Ahora, por ver el lado positivo, la presencia de emigrantes españoles en EE.UU. va a conseguir que por fin hagamos comunidad y que, siguiendo el estilo de vida de aquí, creemos un networking. ¿Y qué es un networking? Pues no es otra cosa que lo que se viene llamando Marca España; ese espejismo que llevamos años buscando por todas partes sin encontrarlo en ningún sitio. La marca España se nos puede aparecer de forma espontánea a este lado del charco. Siempre hemos tenido aquí una oportunidad de negocio inmensa porque lo español entusiasma. Es sólo que nunca hemos sabido venderlo… desde allí. Pero, habiendo comunidad ahora en EEUU, desde aquí vamos a aprender a hacerlo rápido. 

JM: Varios amigos y conocidos norteamericanos nos han comentado que, en realidad, las diferencias entre Estados Unidos y Europa –incluida España– se están acortando rápidamente. Están viendo cómo la crisis está provocando una serie de cambios y reformas en ámbitos como la salud, la educación y las pensiones que hasta hace poco eran buques insignia de una idea muy concreta que teníamos de Europa ¿Tú crees que realmente España y Europa están tomando la “vía estadounidense” en estos temas? 

GF: La gente en Europa tiene muy claro lo que ha costado conseguir las prestaciones sociales que disfrutamos y no está dispuesta a perderlas. El hecho de que el gobierno de la Comunidad de Madrid haya tenido que recular en la privatización de la sanidad pública es un buen ejemplo. Una cosa es hacer el sistema más flexible y más acorde a la realidad de hoy (Internet está obligando a muchas empresas a cambiar por la fuerza lo que ellos jamás hubieran cambiado voluntariamente) y otra caer en la falacia de que la empresa privada es siempre mejor. La empresa privada quiere hacer negocio y no todo en la vida se basa en el beneficio económico. Hay otro tipo de beneficios que deberían tenerse en cuenta a la hora de juzgar la viabilidad de un proyecto. La privatización de las prisiones en USA, que ha conseguido en numerosas ocasiones que un juez te mande a la cárcel primero y luego te pregunte qué has hecho, una vez que la prisión ha hecho caja con tu estancia, debería servir a Europa para reconciliarse con la idea de que lo social, si no lo hace el estado, no lo hace nadie. En Estados Unidos la gente hace muchas cosas sociales, pero no para todos, sino para quien les apetece. Si el de Microsofot tiene un sobrino sordo, dona 3 billones a un estudio para prevenir la sordera. Está muy bien. Pero es una guerra de mercenarios. Yo creo más en un estado que haga el plan de necesidades a la europea y luego que, a la americana, intente integrar a la industria privada en esos planes. 

JM: Por otro lado, ¿qué podemos aprender los españoles de una cultura como la estadounidense? ¿Cuál es el rasgo que tú consideras más admirable de este, por otra parte, inmenso y variado país? 

GF: La fascinación del imperio nos hace incorporar a nuestra cultura elementos vistosos que no necesitamos. ¿Ejemplo? Aparece en navidad Santa Claus, cuando ponerles a los reyes magos unos puritos y unos vasitos de brandy la noche anterior es más civilizado que dejar unas galletitas y un vasito de leche al gordo de las barbas. ¿El problema es que Santa viene antes con los juguetes porque los reyes magos no se quisieron parar a preguntar por el portal y llegaron doce días tarde? Pues se enmienda el error y se adelanta la fiesta al 25 de diciembre en lugar de hacerles un ERE a los magos y fichar al de rojo. Recientemente he pasado una semana junto a mi padre en un hospital de Madrid y uno de mis mejores recuerdos son las comidas que hemos podido disfrutar toda la familia en la cafetería del centro. Impresionante. Cuando uno pasa por un mal trago, necesita una cervecita y unas alcachofas rehogadas con jamón… no una coca cola de máquina y un sándwich de pavo. Esas cosas no hay que tocarlas. Lo que los españoles deberíamos copiar son elementos mucho más sutiles de esta cultura. Creo que la vida diaria en España sería bastante más agradable y laboralmente más efectiva si incorporásemos dos claves que aquí manejan estupendamente. Primero, la capacidad de alegrarse sinceramente del éxito de los demás. La felicidad resulta contagiosa. Cuanto más agradable le hagamos la vida al vecino más agradable nos resultará a nosotros. La vida es como una partida de frontón, tan fuerte como golpees la bola, te vendrá devuelta… En eso de festejar la felicidad ajena estamos muy atrasados. Tanto, que en España uno ¡tiene que celebrar su propio cumpleaños! Aquí tenemos la oportunidad de aprender el principio de que si el otro crece, yo también crezco. Que si le va bien a Pablo Heras Casado dirigiendo la Filarmónica de NY, no tengo que preguntarme por qué no me va a mí igual de bien con lo listo que yo soy, sino alegrarme de que, gracias a que a un español le va bien, la idea de lo español se asocia a calidad y cuando vaya yo a presentar mi proyecto… me van a hacer un poco más de caso. Gracias, Pablo. Lo segundo que podríamos exportar es la modestia. Descubrir que no es necesario que seamos los más originales, ni los más listos todo el rato. Aquí se valora la discreción y la humildad. Que viene a ser un poco de lo mismo porque lo que haces es ponerte al nivel del resto y por tanto valorar a todos. La modestia en España se traduciría, por ejemplo, en que llegáramos puntuales, porque se llega tarde a los sitios, como Jesús Gil o Isabel Preysler, para que se note que has llegado… Se notaría en que los arquitectos recién salidos de la politécnica diseñarían casas para que la gente viviese feliz, no para salir en las revistas de diseño, con lo cual integrarían sus creaciones en el paisaje en lugar de destrozarlo y saldrían en las enciclopedias de paisajismo. Se notaría en que los tertulianos nos escucharíamos unos a otros y aprendiéramos algo de los que no saben o no quieren gritar tanto como nosotros… 

JM: En “A cien millas de Manhattan” hablas sobre todo de la vida en una comunidad rural de Estados Unidos, pero ¿qué experiencia tienes con la propia Manhattan? ¿Qué diferencias hay entre la América rural y la urbana? 

GF: Básicamente que en el mundo rural no hay aceras (risas) porque se construyeron los pueblos para moverse en coche. La gran diferencia es que la naturaleza está integrada en todo lo que haces en tu vida cotidiana. Este país sigue guiándose por un calendario basado en los granjeros. Las vacaciones coinciden con la época de cosechas, y así. Pero bueno, lo primero que me sorprendió al conocer EE.UU. es comprobar que la mayoría de los norteamericanos son de pueblo. Aquí la ciudad es el elemento minoritario. Y no hay centralismo. Lo rural no es necesariamente un símbolo de atraso. Si el de Boeing es de un pueblo, la fábrica se queda en su pueblo, no se la lleva a la capital. Y en un pueblo como el mío, te encuentras mezclado con el granjero al individuo que inventó el código de barras o al que le construye los arcos del violonchelo a Yo Yo Ma. 

Puente Atlántico charló con el actor Luis Carlos de la Lombana, quien lleva viviendo y trabajando en Nueva York desde 2007. En esta ciudad ha encontrado la oportunidad de representar a Segismundo en “La vida es sueño”, su personaje favorito; y otra serie de roles por los que ha recibido varios premios de la crítica y el público. Además, en la Gran Manzana, este intérprete y abogado de 37 años originario de Santander reunió la energía y el valor para aventurarse con “La Strada”, una obra de producción propia en la que invirtió todo su dinero y más de dos años y medio de su tiempo. El alto nivel de exigencia de la ciudad ha hecho que de la Lombana se reinvente como profesor, algo que confiesa le enriquece a él tanto o más que a sus alumnos. 

 

Entrevista de María G. Picatoste

 

María G. Picatoste: Te mudaste a Nueva York con 31 años. ¿Por qué, entre todas las ciudades del mundo, escogiste esta? 

Luis Carlos de la Lombana: Porque había venido a Nueva York de visita en 2006 y me había enamorado absolutamente de la ciudad. A mí lo de la media naranja me pasó con esta ciudad. Me pareció que su energía iba mucho conmigo. También percibí que aquí había muchas posibilidades de trabajar en castellano. Eso fue una corazonada y luego la verdad es que se ha cumplido en muchas cosas. Sobre todo con el papel de Segismundo de “La vida es sueño”. Para mí fue crucial que me dieran esa oportunidad y el hacerlo en Nueva York es una forma de dejar patente que aquí hay muchas posibilidades para hacer proyectos interesantes en castellano. 

MGP: ¿Se puede vivir de las artes y de la cultura en Nueva York? 

LCL: Solo si lo compaginas con más cosas. En mi caso, actividades que me permitan mantener mi carrera de actor. Es decir, trabajos que no me aparten por completo de actuar, como dar clases. Si trabajase en un restaurante durante 7 horas al día, podría hacer audiciones, pero no las prepararía igual o estaría cansado. Si triunfase en Broadway, igual podría vivir solo de actuar. Pero hasta eso es difícil. Una profesora que tuve me confesó que incluso cuando conseguía un buen papel no dejaba de hacer sus otros trabajos, porque la obra es temporal y cuando se acaba no sabes cuando vas a volver a tener ingresos. 

MGP: ¿Tú cómo suplementas tus ingresos del teatro? 

LCL: Ahora mismo doy clases de español, clases de hablar en público a empresarios y ejecutivos y clases de teatro para niños. También enseño teatro en verso a actores hispanos interesados en conocer las técnicas que a mí me enseñó Don Vicente Fuentes en la Compañía Nacional de Teatro Clásico. 

MGP: ¿Qué es lo más difícil y lo más fácil de vivir en Nueva York? 

LCL: Lo más fácil es distraerse o agotarse. Y lo más difícil es concentrarse con la energía que requiere el sueño que quieres alcanzar. Algunos piensan que lo más difícil es cumplir ese sueño, pero lo difícil es focalizarse con la energía que requiere el sueño que quieres cumplir. 

MGP: ¿En qué proyectos estás trabajando actualmente? 

LCL: Estoy actuando en “El amor en tiempos del cólera”, una obra que al público le gusta muchísimo, en especial al público latino, porque muchos conocen la novela de Gabriel García Márquez. También acabo de terminar de grabar “La vida inesperada”, una película con Javier Cámara y Raúl Arévalo, dirigida por Jorge Torregrosa y con guión de Elvira Lindo. Por otro lado, he participado en “Canvas”, un cortometraje en el que hago el papel de un coreógrafo travesti. El corto está bastante bien escrito y, aunque es muy cómico, también tiene un punto serio. Estoy muy contento con este proyecto porque es en inglés, y tengo el sueño de hacer cine en inglés. 

MGP: ¿Piensas en regresar a España? 

LCL: Sí, muchas veces. Mi sueño es poder trabajar en EE.UU. y también en casa, pero creo que primero tengo que conseguir trabajar a menudo y hacer cine o televisión aquí. La verdad es que te planteas volver cada día que sientes que esta ciudad es un monstruo, pero yo espero volver cuando me hayan ido bien las cosas aquí. 

MGP: Cuando miras a España, en especial a la forma como se está tratando la cultura, ¿cómo te sientes? 

LCL: No estoy de acuerdo con la subida del IVA cultural. Dijo Mario Gas que parece una penalización al mundo de la cultura por tender a posicionarse del lado de la izquierda y que eso ha supuesto que no haya contemplaciones a la hora de tomar la decisión. Pero al final quien sufre no es el mundo de la cultura de izquierdas, sino toda la cultura en sí. Esto conlleva que la gente se vea privada de un bien que dignifica y enaltece a una sociedad en la medida en que la cultiva y le da mayores puntos de vista. En España se piensa que la cultura es ocio, que es un bien de cuarta o quinta necesidad; y no se entiende que la cultura es lo que hace que haya una menor mediocridad en el nivel intelectual de la sociedad. Si en España no se alimenta el valor de la cultura más allá del ocio, entonces será muy difícil que grandes artistas confluyan allí, que personas con fortuna se conviertan en filántropos. Conclusión: al final se espera todo del Estado. Pero el Estado no es papá Estado, no puede estar dándonos de todo como una gran teta, como hemos pensado en España durante muchos años.  

MGP: ¿Crees que España, tanto a nivel cultural, como político puede aprender de EE.UU. y en concreto de Nueva York? 

LCL: De Nueva York puede aprender todo el mundo. Como para sobresalir en esta ciudad necesitas destacar, es irremediable que genere un tráfico de ideas, de pensamientos y de aportaciones mucho más interesantes que las de otras ciudades. Nueva York te exprime y al exprimir saca lo mejor de cada uno. Así que cualquiera puede aprender mucho de una ciudad así, sobre todo de la mezcolanza de culturas. España puede aprender de Nueva York como ciudad plural, donde no tiene sentido poner barreras y diferenciarse, y lo que sí tiene sentido es descubrir como uno puede integrarse y nutrir lo suyo con lo de fuera y conseguir crecer mezclándose con lo ajeno. Otro aspecto es la picaresca, que no existe en EE.UU. de la manera que existe en España. A veces parece que en EE.UU. es donde nació el Quijote, porque son más soñadores. En España deberíamos recuperar esa figura y dejar de lado un poco la del pícaro. 

MGP: Esa es una idea muy interesante. 

LCL: Últimamente cada vez que puedo comparto la idea de menos picaresca y más quijotismo. Al fin y al cabo nos han ganado la partida los americanos en quijotes, una figura que hemos desdeñado pensando que es una quimera, que no se puede ser tan soñador. En el fondo lo que hemos hecho al pensar así ha sido adquirir una conciencia de mediocres que no nos permite ser tan soñadores porque eso significa que te vas a acabar estrellando. Pero sí nos permite, sin embargo, ser más listos que el vecino, sacar tajada de lo del de al lado. Y al final eso ha ido pudriendo poco a poco nuestro sistema y ahora nos afecta a todos. 

Puente Atlántico del siglo XXI