Asturias, tierra de mar y montaña, “verde de montes y negra de minerales”, como reza la conocida canción de Víctor Manuel, es, sin duda un paraíso natural. Sus paisajes han servido de telón de fondo a varios largometrajes, desde las míticas “Volver a empezar” y “El abuelo” de José Luis Garci hasta “Vicky, Cristina, Barcelona” de Woody Allen, a quien hasta hace unos pocos años se podía ver con cierta frecuencia paseando por Oviedo con su familia. Su figura ha quedado inmortalizada en la ciudad con su estatua, a tamaño real y en posición de paseante, en una céntrica calle. Son muchas las estatuas que engalanan rincones de la capital asturiana, desde “El viajero” de Úrculo hasta “La maternidad” de Botero pasando por “La Regenta” de Mauro Álvarez, personaje inolvidable de “Clarín”, cuya novela homónima nos traslada a la ficticia ciudad de Vetusta, en realidad, una alegoría de Oviedo. Y es que Asturias es rica en literatos, como el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, el dramaturgo Alejandro Casona y el lingüista Emilio Alarcos -asturiano de adopción, al igual que el zamorano Leopoldo Alas-, que fue Catedrático de la Universidad de Oviedo. En esta magna universidad también impartió clase el padre del Materialismo filosófico, Gustavo Bueno -cuya Fundación tiene sede en la capital del Principado-, y esta misma institución acogió por primera vez en el sistema universitario español, la especialidad de Musicología, gracias al ahora Catedrático emérito Emilio Casares. También Asturias fue testigo de un hito trascendental para la historia de España, pues Don Pelayo comenzó la Reconquista en la Batalla de Covadonga, donde habita “La Santina”, como cariñosamente llamamos por aquí a la Virgen de Covadonga, un bellísimo lugar en plenos Picos de Europa, y que visitaremos durante nuestra estancia en Asturias. Precisamente este año se ha conmemorado el 1300 aniversario de este hecho que, además, hizo surgir un arte singular: el prerrománico asturiano, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Nada menos que cuatro joyas del prerrománico embellecen la capital del Principado: San Julián de los Prados, San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco, además de la Cámara Santa, dentro de la Catedral, que custodia el Santo Sudario y las cruces de los Ángeles y de la Victoria -esta última aparece en el centro de la bandera asturiana-, habiendo otras más a lo largo de la geografía asturiana, como Santa Cristina de Lena o San Salvador de Valdediós, por citar algunas. Este estilo artístico único contrasta con edificios vanguardistas como el Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo, realizado por Calatrava, o el Centro Cultural Niemeyer en Avilés, con el sello del arquitecto brasileño.

No son pocas las personalidades ilustres que ha dado esta tierra, no podemos obviar al Premio Nobel Severo Ochoa, y a la propia reina, Doña Letizia, ovetense de nacimiento y que nunca falta a la cita anual más esperada por los asturianos: los Premios Princesa de Asturias, que congregan en la ciudad de Oviedo, a lo largo de una semana, a los galardonados de las diferentes categorías que participan durante esos días en innumerables actos culturales que los acercan al público general. Los Premios son, sin duda, una ventana de Asturias al mundo, haciendo gala del hervidero cultural de su capital, asunto que, afortunadamente, no se limita a ese fastuoso día, sino que, como hemos explicado, la amplia tradición cultural de la región viene de muy lejos siendo, en definitiva, Asturias, un auténtico paraíso cultural.